La depresión no siempre responde a los tratamientos habituales. Hay personas que, a pesar de la psicoterapia, la medicación y el esfuerzo diario, siguen sintiendo un cansancio vital profundo, una niebla mental constante, una desconexión con el mundo y consigo mismas.
En estos casos, el sistema nervioso no está sólo triste: está desregulado. Y cuando la desregulación persiste, no basta con hablar del problema o con intentar modificar los pensamientos. Se necesita ir más allá: trabajar directamente con el cuerpo y con las redes neurofisiológicas que sostienen el equilibrio emocional.
Aquí es donde entra la estimulación vagal, una herramienta terapéutica de última generación que está cambiando la forma en que abordamos la salud mental resistente.
Depresión y sistema nervioso: una visión integradora
Durante décadas, la depresión se explicó casi exclusivamente como un desequilibrio químico en el cerebro. Sin embargo, la neurociencia contemporánea ha demostrado que el cuadro es mucho más complejo. Hoy sabemos que intervienen múltiples factores:
- Neuroinflamación crónica, que altera la comunicación neuronal.
- Disfunciones del sistema nervioso autónomo, generando estados de hiperactivación o colapso.
- Patrones corporales de congelamiento o disociación, vinculados a experiencias traumáticas no resueltas.
En este entramado, uno de los grandes protagonistas es el nervio vago, la vía principal de comunicación entre el cuerpo y el cerebro.
Este nervio conecta el corazón, los pulmones, el intestino y otras vísceras con centros cerebrales que regulan las emociones y la motivación. Cuando funciona bien, promueve calma, resiliencia y capacidad de conexión social. Pero cuando se encuentra hipoactivo o bloqueado, se asocia con síntomas como apatía, anhedonia, fatiga persistente y dificultad para sentir placer o vínculos afectivos.
Estudios como el de Nemeroff et al. (2006), así como revisiones sistemáticas en Biological Psychiatry, confirman que la estimulación vagal puede producir mejoras sostenidas en personas con depresión mayor resistente al tratamiento. No estamos hablando de teoría, sino de resultados clínicos que abren un horizonte de esperanza.
Qué es la estimulación vagal y cómo actúa
La estimulación vagal consiste en activar de manera precisa esta vía nerviosa. Puede hacerse de distintas formas:
- Dispositivos implantables que emiten impulsos eléctricos controlados.
- Técnicas no invasivas, como la estimulación auricular transcutánea, que actúa sobre ramas accesibles del nervio vago en la oreja.
- Ejercicios fisiológicos, como respiración diafragmática, canto, gárgaras o movimientos específicos, que estimulan de forma natural la actividad vagal.
Al modular el tono vagal, se fortalece la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo, lo que permite:
- Mejorar el estado de ánimo y la motivación.
- Regular la actividad cardiovascular y respiratoria.
- Reducir la inflamación sistémica, estrechamente ligada a la depresión.
- Favorecer la neuroplasticidad, facilitando que el cerebro aprenda nuevas formas de autorregularse.
- Incrementar la capacidad de conexión emocional, vínculo y disfrute de la vida cotidiana.
No se trata de magia, sino de fisiología aplicada con precisión y sentido terapéutico.

Para quién está indicada la estimulación vagal
La estimulación vagal no está pensada como sustituto de la psicoterapia o la medicación, sino como un complemento que potencia y desbloquea procesos de recuperación. Está especialmente indicada en:
- Depresión resistente al tratamiento, cuando los abordajes tradicionales no han dado resultados.
- Trastorno depresivo mayor con síntomas somáticos intensos, como fatiga, dolores crónicos o insomnio persistente.
- Estados de disociación o embotamiento emocional, frecuentes en personas con historia de trauma complejo.
- Pacientes con baja variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC), un marcador objetivo de baja flexibilidad del sistema nervioso.
Lo innovador de este enfoque es que atiende no solo al “qué pensamos”, sino al “cómo funciona nuestro cuerpo” en su nivel más profundo.
El cuerpo como vía de regulación profunda
La depresión no es solo una experiencia mental: se vive en el cuerpo. Tensión muscular, falta de energía, opresión torácica, problemas digestivos… todos estos síntomas son señales de un sistema nervioso que no logra regularse.
En nuestra Unidad de Rehabilitación Neuropsiquiátrica Avanzada (Córdoba), integramos la estimulación vagal dentro de programas personalizados que combinan:
- Valoración neuropsicológica y fisiológica: entendemos cómo cada organismo responde y qué necesita.
- Psicoterapia somática y neurofuncional, que integra el trabajo verbal con la vivencia corporal.
- Ejercicios vagales activos y pasivos, adaptados a cada persona.
- Tecnología clínica no invasiva, segura y validada por la evidencia científica.
- Acompañamiento humano, cercano y sin juicio, porque la recuperación no es solo técnica, también vínculo y contención.
Trabajamos con el cuerpo, no contra él. Escuchamos lo que tiene que decir, le damos las condiciones necesarias para recuperar su función, su ritmo y su vitalidad.
Una nueva esperanza para una nueva medicina
Sabemos que no hay soluciones fáciles ni atajos. La depresión es un desafío complejo, y cada persona merece un tratamiento que respete su historia y su biología.
Pero también sabemos que hay caminos nuevos. La ciencia ha avanzado, y hoy nos invita a explorar recursos del cuerpo que durante años fueron ignorados. La estimulación vagal es uno de esos recursos: una herramienta basada en evidencia, aplicada con criterio, sensibilidad y rigor clínico.
Incluso puede combinarse con otras terapias emergentes y no invasivas, como la fotobiomodulación transcraneal, potenciando aún más la capacidad del cerebro para sanar y reconectarse.
Si sientes que “nada ha funcionado”, quizás es hora de mirar desde otro lugar: el sistema nervioso. Muchas veces, la depresión no es solo un desequilibrio químico, sino una desregulación corporal profunda asociada a emociones no gestionadas, duelos no transitados o traumas no resueltos.
El mensaje es claro: sí hay esperanza, y viene de reconocer que el cuerpo no es un enemigo, sino un aliado esencial en el proceso de recuperación.
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Fátima Maldonado – Rehabilitación Neuropsiquiátrica Avanzada, Córdoba







